por Jesús Flores Téllez
El Bierzo es un territorio lleno de paisajes únicos con espacios naturales salteados de terrenos abruptos, arcillosos pizarrosos y calizos que nos dejan a los aficionados al vino fascinados por su vegetación, por sus parcelas cuajadas de viñas centenarias y sus múltiples bodegas familiares, y de pequeña producción, como la que visitamos en Otero, muy cerca de Toral de los Vados, la bodega de ANÍBAL OTERO, que regenta la inquieta e incansable viticultora, Elva García Amigo, heredera de unas parcelas de vetustos viñedos de la variedad mencía. La bodega elabora unos tintos fiel reflejo de lo mejor del “terroir” del Bierzo.
“El cuidado de las viñas, su vino y el amor a su pueblo, fue la gran pasión que me transmitió mi padre”.
Esta fue la frase que más me impresionó de Elva. Aníbal su padre, era de esos sabios hombres, que más que viticultores eran artesanos y “orfebres” del viñedo y vino, por su innato respeto a la naturaleza principalmente.
Sin duda era defensor de esa frase hecha ahora y que, sin embargo, ya la practicaba él:
“el vino se hace en el campo y solo con uvas de calidad”.
La bodega elabora vinos exclusivamente de mencía, cultivadas en vaso y que, producen en muchos casos, medio kilogramo por cepa.
En nuestra visita catamos 3 añadas: Aníbal Otero 2016, Aníbal Otero 2014 y, por último, Los Fornos de 2016. Todos ellos son fiel reflejo del entorno y expresan en nariz esas notas de hierbas aromáticas, flores marchitas, apuntes minerales. Además, los diferentes tiempos que reposan en las barricas no eclipsan su noble carácter frutal.
Me gustó Aníbal Otero 2016 por sus notas minerales, sus recuerdos de bayas silvestres bien sazonadas, sus apuntes de cueros curtidos y en la boca se mostró amplio, sabroso y con una muy buena ácidez que le augura más tiempo en la botella para limar algo de esa noble tenacidad que aún persiste.
La de 2014 en nariz mostró la finura de esa buena añada, la fruta madura, las maderas bien integradas, los recuerdos de la pizarra y de las especias dulces. En el paladar exhibe una buena sazón frutal, equilibrio, firmeza y un grato recuerdo final.
Para terminar, catamos un tinto de una parcela excepcional “Los Fornos”. Este paraje está considerado en el Bierzo como privilegiado para la mencía. La añada de 2016 nos revela elegancia desde la nariz por sus notas especiadas, sus matices de caza, sus recuerdos de moras de zarza, de flores marchitas y esa presencia de hierbas aromáticas tan presente en los vinos de la bodega. Si la nariz es fina, la boca no nos defraudó tampoco. Hay equilibrio, es sustanciosa, potente y al tiempo suave. Un vino para recordar y que dará mucho que hablar.
Agradezco personalmente a Elva, su marido Antonio y su hijo Pablo por la acogida que nos brindaron la exquisita hospitalidad y la comida que elaboraron con productos, infalibles y contundentes de la tierra para esta vista que realizamos a mediados de septiembre de este año. No puedo olvidar a mis compañeros de este viaje: los periodistas especializados y grandes expertos en gastronomía: Rafael Rincón y Celso Vázquez y al gran sumiller, Manuel Isoler Lancho, que nos acompañó en esta grata visita que, con su buen hacer, conocimientos y simpatía, nos hizo muy agradable el viaje y la visita a la bodega.