Un delicioso y confortable remanso lúdico y muy mediterráneo en el cogollo gastronómico del barrio de Salamanca.
Hace dos años, justo después del encierro de la pandemia, hablamos de este restaurante, CADAQUÉS, abierto con autentico coraje y profesionalidad, por El grupo Sagardi, en momentos muy difíciles e inciertos para la sociedad y hostelería.
De hecho lo titulabamos » ¡¡CON UN PAR…!! (*enlace abajo).
Así que el ajetreado lunes, 28 de noviembre, me fui a comer, solo por mi cuenta, a ver como había evolucionado esta gran apuesta, de los hermanos López Viñaspre. Sabía que, en la zona, habían cerrado el vecino ‘Albora’, otrora tan carismático en su día bajo la dirección de Dávila y Marrón, y enfrente ‘La Colonial de Goya’, que ha sido adquirido por el empresario, peruano de origen libanes, Luis Alberto Kouri ‘Beto’, propietario del restaurante bar ‘Tempus’.
CADAQUÉS, ocupa la esquina de las calles de Jorge Juan con la de Núñez de Balboa. La descripción del lugar ya la hice el artículo anterior (*) y está exactamente igual, de bien y acogedor, en ese estilo elegante de ambiente informal, moderno pero señorial y confortable, con elementos naturales, un poco ‘vintage’, con materiales nobles naturales, de agradable tacto, principalmente en maderas claras. Eso sí ha ampliado su pequeña terraza con algunas mesas más en Núñez de Balboa.
Llegué, a las 14:35, sin reserva, claro. Me atendió una atenta y educada joven a la que le expliqué que quería tomar algo. La pregunté por Iñaki López Viñaspre, por si estaba. No tenía yo claro si solo picotear alguna cosa en la barra o comer, directamente. Todos los asientos de la barra, las mesas y sillas eran altas y yo no puedo sentarme, ya que se me duermen las piernas. Ella, solícita y presta, avisó al encargado, que acudió enseguida y me dio paso al comedor, casi lleno, aunque fuese solo a picar algo. Buen detalle.
Me sentaron en el salón exterior, principal, con grandes ventanas a Núñez de Balboa, lo que aportaba mucha luz. Me solicitaron el chaquetón para colgarlo, buen detalle, pero al estar solo y ocupar una mesa de cuatro, se lo agradecí pero preferí aprovechar la silla de al lado. Una vez cómodo y sentado, decidí, después de ver la carta y charlar y ser asesorado por el propio metre director, Miguel Ángel Sevillano, joven profesional, de sobrada experiencia y corrección, comer, probando varias cosas.
Así que encargué la comida:
De entrada un aperitivo de la casa unos trocitos de BULL de sanfemre con un pan hueco. Pedí una copa de txakoli para mí primer tramo. Dos Ostras, Gran Claire de la isla de Oleron, en el medio Atlántico francés. Estupendas, buen tamaño, frescas, bien iodadas y de fuerte sabor minero salino. Excelente y excitante aperitivo.
Solicité media ración de ENSALADILLA RUSA, con unos crujientes picos alargados, que siempre suele ser una buena muestra de su cocina, y la ración era enorme. Me dijeron que era media, que no me preocupara. Correcta, sin ninguna pega, tampoco nada despreciable, por decir algo, rica y funcional. Los picos al igual que el PAN, de masa madre, de gran calidad, muy rico, compacto y ojoso, excelente y agradable sabor, adictivo, tomé tres pequeños trozos.
Aquí cambié a una copa de cava brut, para seguir con una media de MEJILLONES (6), gallegos con un sofrito de tomate cebolla con pastís, Pernod, muy sabroso y rico, que acompañaba a los carnosos y finos mejillones, nunca del todo reconocidos en toda su valía. Plato redondo, apetecible y muy marino. Quizá, no por mejorarlos sino por ser más mediterráneos, esa preparación con ‘clochinas’, mejillones pequeños mediterráneos, estaría más el espíritu de la Casa. Pero es solo una sugerencia. Hay que reconocer la excelencia del mejillón gallego.
Y como plato principal y redondo, que ya probé en mi primera visita, y me encantó, una buena ración de ARROZ BRUT, soberbio de ejecución y cualidades, arroz glutinoso (tipo bomba) en su punto, suelto, sabroso y bien impregnado, con trozos de rape y otros más pequeños de sepia con almejas japónicas. Sinceramente fastuoso. Pura esencia marina. Gran arroz, uno de mis top, preferidos, en Madrid.
Para acabar un curioso postre ‘TAP DE CADAQUÉS’. Una divertida y lograda verdmsion del famoso bizcocho borracho, Babá napolitano, servido con un muy rico y fresco chantilly de nata natural. Muy catalán. Fino y esponjoso bizcocho, bañado en un almíbar y el toque de ron, con forma de tapón de botella de cava, antes de embotellar, cilíndrico.
Me ofrecieron, invitarme un vino dulce (tienen unos seis de primera calidad, por copas) pero no lo acepte por estar ahí y quedar aún mucho día.
Comí muy, muy bien, de notable alto, las ostras, de sobresaliente y el arroz, de matrícula de arroz.
El restaurante casi lleno siguió recibiendo mesas, la última que ví a las 16:25, ya que Dan servicio continuo desde las 13:00 a las 01:00 todos los días de lunes a domingo.
El público, mayoritariamente ese día, forastero y extranjero, de nivel, más de turismo de lujo que empresarial, tanto anglosajón como latinoamericano, y por lo que vi salían bien satisfechos y con semblante feliz.
El equipo, formado por personal joven, más femenino, muy profesional, atento, implicado, dominando, muy bien el inglés, pendientes del cliente. Todos bajo la batuta diestra del director, Sevillano. Se ve la Escuela Sagardi. Informal y cercano pero elegante y discreto.
La comida (ver foto nota) supuso 75’46 €. Un precio más que razonable dados los niveles de servicio, cocina, ambiente y localización.
En fin un gran lugar, serio, diferente, agradable, tranquilo, relajado y donde se come muy bien y uno puede acercarse mental y palatialmente al bucólico y maravilloso ‘Mare Nostrum’.
Otro acierto importante del Grupo Sagardi. No hay duda.
Rafael Rincón JM
*Artículo anterior:
Restaurante CADAQUÉS
Calle de Jorge Juan, 35.
Teléfono: 913 60 90 53
28001. Madrid.
Metro: Velazquez. Principe de Vergara.