CUANDO PESCÁBAMOS Y COMÍAMOS BALLENAS

por Celso Vázquez

Cuando veíamos, leíamos y nos nutríamos de las ballenas…

No hace tantos años…

Una curiosidad de la que hablamos hace ocho años.

LAS BALLENAS: SUSTENTO Y MANUTENCIÓN DE OTROS TIEMPOS

Nota previa. No se alarmen.

Lo primero que quiero decir, para los defensores de los derechos  de los animales, más o menos radicales, que el hombre antes de tener y aspirar a la libertad y a la responsabilidad del medio ambiente, tuvo mucha, mucha, hambre. 

La historia contada o escrita nos suele narrar, de forma más o menos épica, la vida, hazañas y comidas de los poderosos, ganadores o perdedores, pero sobre el pueblo llano, la gente de a pie (el 90%), que fue la que pasó verdadera hambre y calamidad hasta bien mediados del siglo XX, casi nuestros abuelos, no se suele escribir. No

Y lo digo antes de contar la historia de la «caza» y aprovechamiento de los grandes mamíferos marinos, que conocemos con el nombre genérico de » ballenas».

Entendiendo esto y que por supuesto estoy completamente de acuerdo con la veda y control exhaustivo de estos maravillosos animales; comento:

CETÁCEOS GRANDES FUENTES DE RIQUEZA Y NUTRICIÓN

Hoy nos parecerá imposible pero gracias a su captura muchos pueblos humanos han podido sobrevivir y salir adelante.

Estos cetáceos que conocemos como ballenas, son en realidad varias decenas de especies, principalmente dos clasificaciones, los que tienen dientes, los ‘Odontoceti’, por ejemplo el cachalote (Physeter macrocephalus); y los que no, tienen unas barbas flexibles (con los que en Jerez se hacen las venencias), los Mysticeti, como el rorcual azul.

Sin embargo solemos usar el término, «ballena», en sentido amplio para referirnos a todos los grandes mamíferos cetáceos.

EL CAOS DEPREDADOR

En 1910 se cazaron en el mundo 1.303 rorcuales y 43 cachalotes.

En 1958 fueron  32.587 rorcuales y  21.846 cachalotes.

Incluso después de la Segunda Guerra Mundial, conflicto durante el cual la mayoría de balleneros fueron readecuados para utilizarlos para la guerra, la caza continuó siendo indiscriminada. Después siguió asi, indiscriminada, su captura y sacrificio y como ejemplo, en 1948, un solo  ballenero, ruso soviético, el ‘Balaena’ capturó más de tres mil ballenas.

Debido a la total falta de control y abuso total, en la caza de ballenas se estima que durante el siglo XX trescientas sesenta mil (360.00) ballenas azules murieron presa de buques balleneros, surgió la necesidad urgente de primero veda y luego control de esta masacre. Todo empezó en 1946 cuando se crea la Comisión Ballenera Internacional.

En 1960, la población de estos seres se estimó en sólo mil individuos. Un verdadero desastre.

EL POR QUÉ

Como hablamos por necesidades y hambre al principio y por una falta total de conocimientos ecobiológicos que al final y como siempre,  concienciaron al hombre del desastre que se avecinaba.

Más adelante hablaremos de esto, pero sirva de ejemplo sólo éste.

Para una nación hambrienta, como la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.SS. Rusia), la labor de buques como éste, el ‘Balaena’, fue una contribución importante a su  reconstrucción en la posguerra:            

      «4.500 toneladas de carne, 163.000 barriles de aceite comestible (destinado a fabricar margarina), 10.000 barriles de esperma,170 toneladas de extracto de carne y otras 3.000 toneladas de carne para convertir en forraje para ganado».

Sólo en 1956, en una fábrica rusa, fueron procesadas más de 980 toneladas de piel de ballena para ser convertidas en suelas de zapatos.

LA ALARMA

Pero la Naturaleza, sabia, ha dado a nuestra especie un don único, el razocinio, y como ella tarde o más tarde funciona, por ella, vio a que desastre biológico nos encaminábamos.

Algo parecido al desastre del cambio climático, el agujero de ozono o la podredumbre de los mares y océanos.

Para ello, con el fin de lograr una adecuada conservación de las distintas ballenas y hacer posible el desarrollo controlado de la industria ballenera, ya en 1946 se crea la Comisión Ballenera Internacional.

Pero no es hasta cuarenta años después, en el año 1986 cuando, definitivamente, se dictamina una moratoria, que acabó siendo aceptada por todas las naciones, en principio, que terminó con la cacería indiscriminada comercial de cetáceos, pero que permitió la llamada ‘cacería científica’, algo que despierta ciertas controversias y huele algo a hipocresía, además de la lógica cacería de subsistencia para ciertas comunidades primitivas aisladas, muy dependientes de ellas, como los inuit (esquimales) Y en las que esta actividad forma parte de su cultura y están en  el orden natural de su ecosistema.

EXCEPCIONES EN LA ACTUALIDAD

La «caza» permitida de ballenas en la actualidad, 2016 (no ha variado apenas en 2020) era esta:

* Canadá: Llevada a cabo por pequeñas poblaciones Inuit.

* Estados Unidos: Llevada a cabo por diferentes comunidades indígenas de Alaska.

* Groenlandia (aut. reino de Dinamarca): Llevada a cabo por pequeñas poblaciones Inuit.

* Islandia: Retomó la caza comercial desde 2008, con una cuota anual de 100 rorcuales aliblancos y 150 de rorcuales comunes.

* Islas Feroe (aut. del Reino de Dinamarca): Alrededor de 950 calderones de aleta larga son cazados cada año como parte de su cultura, en una actividad regulada por las autoridades locales, pero no por la CBI.

* Indonesia: Llevada a cabo por pequeñas comunidades de las islas Lembata y Solor, como parte de su cultura y creencias religiosas.

* Japón: Producto de la moratoria a la cacería comercial y las presiones internacionales. Japón ha desarrollado la llamada cacería científica, catalogada por varios países e instituciones como una cacería comercial encubierta. También existe la pesca, «caza», anual de delfines en Taiji, en la que cientos de pequeños cetáceos son capturados para la industria del ocio y algunos son destinados al consumo humano.

* Noruega: Realiza cacería comercial del rorcual albiblanco, con cuotas anuales en torno a las 400 a 500 capturas.

* Rusia: Antiguamente Rusia tenía una importante industria en torno a la captura de orcas, que disminuyó significativamente a partir de la década de 1970. Actualmente, en la región de Chukotka se realiza la caza de ballenas grises, con una cuota anual de 140, regulada por la CBI.

* San Vicente y las Granadinas (parte de la Mancomunidad Británica de Naciones y de la CARICOM): Llevada a cabo por los nativos de San Vicente y las Granadinas en la isla de Bequia. La CBI permite una cuota anual de 4 yubartas.

LA RIQUEZA QUE DAN (DABAN) LAS BALLENAS

* Aceite de ballena: Aceites para usos industriales, iluminación y alimentación, caldos, conservas…

* Espermaceti: Cosméticos, lápices labiales, lápices grasos.

* Ámbar gris: Fijadores de perfumes, considerado como el más valioso de los productos de la industria ballenera.

* Glándulas endocrinas e hígado: productos farmacéuticos, hormonas, vitamina A.

Carne: Representa aún hoy el 1,7 % de la carne consumida en Japón.

Con anterioridad al siglo XX, la carne de ballena era de uso general en casi todas las costas del mundo, como un substituto barato a las carnes terrestres más caras entonces, como el cerdo, cordero o vacuno.

Cuando antes del siglo XX un pueblo pesquero, de Japón, Rusia, Noruega, España cantábrica, etc., la Cofradía de Pescadores local, lograba cazar una ballena, era como una lotería o maná. Toda una fiesta. Provocaba seguridad, alimento y medios económicos para pasar todo un buen año.

Ya en este siglo, XXI, los precios, debido a las restricciones legales impuestas a este país, Japón, (300 ballenas al año) han hecho de la carne de ballena una delicada delicatessen.

EN ESPAÑA

Se cazaron sobre todo en el Cantábrico aunque con el desarrollo industrial, mejores barcos y armas de caza, se capturaron también y había factorías en Ceuta y Algeciras.

Pero fueron los vascos los que empezaron a hacerlo, por lo menos antes del siglo XII ya cazaba la denominada ballena vasca o franca que ya exterminaron el siglo XVIII.

Las últimas ballenas, en España, se cazaron en Galicia en 1985. Este tema lo trataremos más adelante.

Es pues importante entender que el hombre las  «cazaba» y hoy algunos muy pocos, autorizados, cazan cetáceos como elemento de su alimentación y subsistencia.

El maestro, Miquel Sen Tato, nos habla es este otro artículo de la caza, o pesca, en la marinera y pescadora Galicia hasta bien entrado el siglo XX, y sus concumitancias con armadores vascos, rumbo a Terranova, Canadá.

«SABORES DESCONOCIDOS»

por Miquel Sen Tato

«La aparición de un libro de recetas prehistóricas esta sugiriendo a muchos cronistas gastronómicos comentarios sobre lo que se llevaban a la boca  nuestros antecesores.

A la espera de la lectura de la cocina de Atapuerca, de la que espero sorpresas, porque cambiar bisontes por vacas hormonadas es todo un salto histórico, he pasado revista a mi memoria del gusto en la que figuran chorizos patateros que ahora son tan arqueológicos como unos huevos milenarios de pato que me hizo probar el chef Maikel Chang.

Se trataba de unos huevos, enterrados en lodo y cenizas hasta que, tras sobrepasar mil putrefacciones, alcanzaban una textura matizada, entre goma y seda, sustrato de todos los aromas del mundo, según Chang.

Evidentemente entre los huevos milenarios, carísimos, circulaban todo tipo de falsificaciones, para halago de snobs, fueran chinos o de aquí.

El señor Chang me juró que los que probé se los enviaba su abuela, mediante un contrabando discreto. Le concedo todas mis dudas, que son muchas ahora que no tengo certezas.

Entre los sabores que se me han escapado me preocupa el de la carne de ballena, un placer que hubiera podido alcanzar de niño, si mi abuela hubiera estado por estos menesteres. Una vez más, es cosa de la cocina de las abuelas.

Pero como las ballenas me tientan como todos los mitos, he repasado textos sobre su historia en nuestra cocina.

De hecho, frente a los fogones de mi casa de Corme Porto, tengo una foto de una ballena en el momento en la que la cargan en un camión.

Un Seat 600 como telón de fondo da idea del tamaño del cetáceo y de lo relativamente reciente de  su captura.

En Corme y otros puertos de las Rías próximas, tenían sus bases armadores guipuzcoanos  que pescaban ballenas en invierno, aprovechando que estas dejaban las aguas heladas de Terranova.

Desde el siglo XIV (Corme 1375, Muxía 1582)   tripulaciones mixtas de gallegos y vascos capturan el monstruo, más por el aceite que por el tasajo. 

Si los japoneses dicen que su costumbre de pescar ballenas les da derecho hoy en día a cazarlas y comérselas, también podríamos suscribir esta reivindicación en nuestra península.

Los recuerdos de Manuel Hermelo publicadas en La Voz de Galicia aclaran muchos aspectos de estas prácticas.

Centenares de sus fotografías han pasado al Museo Massó, de Bueu, porque en esta población tenían su base los balleneros que faenaban capturando piezas hasta encontrarlas en las islas Azores.

En 1978 todavía se buscaban ejemplares en buques de la conservera Massó que no eran factorías como los japoneses.

La carne se despiezaba en tierra, se envolvía en paños y se vendía en los mercados.

Es aquí donde se inicia el descrédito de estas proteínas que se venden como carne, no como pescado.

Las masas, tan voluminosas como cuartos de res y la falta de una cadena de frío fueron sus principales enemigos.

Dicen que su es suave, pero con todas las características organolépticas de un mamífero. Nathaniel Philbrick, en El corazón del Mar, describe el olor profundo de una ballena en el Nantucket actual, puerto imprescindible en la memoria literaria de unas aventuras que tienen su libro paradigmático  en Moby Dick, de Herman Melville. Precisamente míster Flask, el tercer oficial del Pequod, la nave que al mando del Capitán Ahab, el de la pierna reconstruida en hueso de cachalote, luchará hasta la hecatombe  con la ballena blanca, explica cómo se prepara.

Debe cortarse un filete muy grueso por la parte del lomo superior y cocinarse muy crudo, enseñándole de lejos las brasas. En España, asociada a la penuria económica, la ballena fue recurso de pobres, a pesar de merecer recetas de Teodoro Bardají, que aconseja guisarlas en albóndigas. Presentes en el mercado zaragozano de San Vicente de Paúl y en el barcelonés de Santa Caterina, dónde se vendieron cetáceos hasta 1954, el recuerdo de este ingrediente se pierde en la memoria y en la interpretación de la realidad social que acompañaba sus guisos.

Un tratamiento culinario que triunfó en Andalucía, en forma de pinchos morunos, mucho más baratos que los de pollo o cordero. La carne de ballena se maceraba con hielo. Se sazonaba con hierbas aromáticas y estaba lista para la plancha. Entre tanto, los japoneses llegaban a las factorías españolas para llevarse a bajo precio los bocados que consideraban exquisitos, el tabique nasal para la sopa y la ventresca, que curaban, como si fuera jamón.

Una concepción gastronómica elitista que poco tiene que ver con la ballena en salsa, dura como una suela de zapato que comían los escolares en los años 60.

Todavía los buques arponeros Lobeiro y Cabo Morás buscaban en el mar de los gallegos moles de proteínas a bajo precio. En 1985 cerró Caneliñas, en Cee, la última factoría ballenera. Una década después probé los sorprendentes, novedosos, huevos milenarios de pato».

Por Miquelón Sen Tato.

LAS COSAS CLARAS

Es preciso dejarse de prejuicios y tontas ñoñerías al hablar de la carne de los grandes cetáceos.

No se trata de defender su caza y consumo, todo lo contrario, sino de entenderlo. Hoy por supuesto dentro de un orden muy estricto, controlado y legislado y sólo en aquellas regiones y países donde sea muy tradicional o necesario para la subsistencia de sus habitantes como así lo confirma la CBI (Comisión Ballenera Internacional).

Este organismo internacional, como explicamos, prohíbe el comercio internacional de Ballenas. Y aunque a países como Islandia, Noruega y Japón se les consiente el consumo interno para no interrumpir costumbres ancestrales, también se sabe que esta carne no es del todo saludable debido al alto nivel de toxinas que puede contener su grasa.

Pero no es una cuestión bromatológica lo que nos escandaliza al hablar y mucho más al comer carne de cachalotes, rorcuales o ballenas, no, es el rechazo visceral que la Antropología relaciona con los animales prohibidos o tabú: nadie en occidente aceptaría comer perro o gato mientras haya otros recursos. Con las ballenas nos sucede lo mismo.

Pero se consumió, se consume y puede que se siga consumiendo…

LA UTILIDAD PRÁCTICA DE LA CAZA DE BALLENAS

Como decíamos, cuando una aldea pesquera localizaba un animal en sus cercanías y lograban cazarlo (no siempre podían) era una estupenda noticia, pues habría carne y grasa para alimentarse, piel para vestirse, aceite de su grasa para iluminarse y artículos y productos para comerciar, ámbar gris, esperma, las barbas, uno de los escasos materiales flexibles de la época, etc, muy cotizados.

Era pues una alegría. Hay que pensar que en esa época había más necesidad de la supervivencia del hombre como tal que de otras especies en particular.

El hambre aguzaba, las enfermedades pululaban esquilmando la población y la energía para combatir los fríos inviernos era cara y escasa.

LOS VASCOS CAZADORES DE BALLENAS

En España, los vascos arantzales, pescadores, comenzaron a cazar la ballena franca o negra (Eubalaena glacialis) desde el siglo VII, hacía el 670 como alimento y para comerciar, vendiendo aceite para iluminar a Francia, Paises Bajos e Inglaterra, así se nos cuenta Laburu (1991, 2006):

  «De la ballena se aprovechaba todo, pero lo más importante era el aceite (sain en vasco) que se utilizó como combustible para el alumbrado hasta mediados del siglo XIX, así se cita un documento del 670 por el cual los “vascos de Laburdi envían a la abadía de Jumièges, a orillas del Sena, entre Rouen y El Havre, 40 moyos (medida de capacidad equivalente a 257 litros), unas 10 toneladas de sain (aceite) para el alumbrado de la abadía”.

Continuaron haciéndolo hasta mil años después, 1670, cuando la mejora de los barcos y sistemas de navegación acercaron las flotas británicas y holandesas al Cantábrico, hasta la total extinción de esta ballena hacía finales del siglo XVII.

Ejemplos de captura de ballenas en Euskadi:

Entre 1517 y 1662 los pescadores de Lequeitio pescaron 45 ballenas, de las cuales 7 eran crías.

Entre 1637 y 1801 los pescadores de Zarauz pescaron 55 ballenas.

Entre 1728 y 1789 pescadores de Guetaria pescaron 12 ballenas, y los años anteriores una media de 4 a 10 por año.

El 14 de mayo de 1901 se pesca la última ballena franca en Orio, aunque se mató con dinamita, ya que no quedaban vestigios de la técnica tradicional.

EL CASO CURIOSO DE LA SIDRA VASCA

La sidra fue uno de los secretos del espectacular desarrollo de los marinos y pescadores vascos.

Es de destacar, la relación de los pescadores y marinos vascos con la sidra: ya que los pescadores vascos que iban a Groenlandia y Terranova a la pesca del bacalao y la ballena, llevaban cantidad de barricas de sidra en las bodegas de sus barcos. Este hecho explica la ausencia de escorbuto entre los marineros vasco-cantábricos, al contrario de lo que sucedía entre los nórdicos, que se abastecían de cerveza.

Durante los siglos XVI-XVII las factorías balleneras vascas repartidas por las costas de Terranova, Labrador y el golfo de San Lorenzo llegaron a reunir hasta nueve mil personas en algunas temporadas y constituyeron la primera industria en la historia de América del Norte. Incluso se formó una sociedad amistosa con los nativos micmac y beothuk, que trabajaban para los vascos a cambio de pan y sidra

LA EXTINCIÓN EN EL CANTÁBRICO Y NUEVOS HORIZONTES

Ante la extinción de la ballena franca, los vascos perfeccionaron sus sistemas de pesca y navegación, trasladando sus bases a Galicia, hasta lograr llegar primero al mar del Norte y progresivamente a Islandia y más tarde a las costas de Labrador y Terranova en (Canadá) donde además de ballenas también buscaban comerciar con pieles y, sobre todo, pescar bacalao.

Los pescadores y balleneros euskaldunes parece que pudieron llegar a América por primera vez hacía 1374, antes de Cristóbal Colón, pero no sabían que se trataba de un nuevo continente, pensaban en la continuidad de ‘su’ mar del norte.

EL HOMBRE MODERNO UNA FIERA DEPREDADORA

Es curioso resaltar que el equilibrio natural entre el hombre y la ballena persistió hasta el desarrollo tecnológico del hombre, con mejores barcos, armas más sofisticadas y mortíferas, y sobre todo por el crecimiento del consumo industrial.

A menor desarrollo de núcleos urbanos, menos mortandad; a mayor desarrollo mayor, mucha más mortandad y peligro de extinción para las ballenas.

Puede decirse que las ballenas les salvo el petróleo y la electricidad. Sustitutos de su grasa como uso fabril industrial y como iluminación de calles y hogares.

GASTRONOMÍA DE LA CARNE DE BALLENAS

No nos ha llegado, de forma concisa, como comían nuestros ancestros la carne de ballena.

Como contamos el aprovechamiento del cetáceo era total y era una inmensa fuente de ingresos para una pequeña aldea pesquera, pueblo, clan o tribu.

La carne no era su principal valor, pues la grasa como fuente de energía y de iluminación y el ámbar gris, cotizadísimo, eran más importantes.

Además la piel para curtidos, zapatos, abrigos o las  barbas (llamadas ballenas) por su flexibilidad también.

La carne, claro, para alimentación, una fuente casi inagotable, enorme, que caía del mar y había que hacer algo con ella antes de que se estropease, era imposible comérsela toda en poco tiempo (hay que tener en cuenta que no estaban acostumbrados a grandes dosis de carne ya que comían básicamente pescado). Por eso se hacían grandes trozos acecinados, o, en lugares septentrionales, se congela a grandes cortes en neveros o pozos  del hielo.

SABOR Y TEXTURA

Bajo la típica textura, color, jugosidad y sabor pronunciado de las carnes rojas de grandes animales, se advierte el inconfundible sabor fuerte de los grandes peces de agua salada.

Yo no he tenido la ocasión de comerla, pero por lo que he leído y oído a los que si la han comido, es exquisita, en apariencia es como ver un bistec pero mucho más apetitosa, con ajo y cebolla.

Parece ser que se parece mucho a las carnes rojas viejas, con cierto sabor salino. «Si no te dicen que es ballena ni te enteras..», » tiene un sabor como de carne vieja con cierto regusto a anchoa, y algo como ahumado» dicen algunos testigos.

Es blanda, muy roja y potente pero no tiene apenas grasa entreverada, es muy magra.

Para comerla es necesario que madure el tiempo suficiente, semanas, para poder consumirla.

Casi con seguridad se consumiría primero asada o cocida y después acecinada o salada en salazón, amojamada, como lo comen ahora los pueblos aislados y primitivos que siguen comiendo esta carne, islas, Japón, Noruega, Groenlandia, etc.

Hoy la carne de ballena, como otras carnes de mamíferos, se puede consumir como carpaccio o en “sashimi”, en este mundo globalizado, así se come en las ciudades modernas de esos dos países, Noruega y Japón, donde hay incluso na industria conservera de carne de cetáceo en lata. .

El carpaccio de ballena, es preparado por diversos chefs punteros en Bergan, Oslo o Kyoto o Tokyo, a base de filetes de carne cruda aliñada con ajo, aceite, mayonesa o lechuga.

También se puede preparar al vapor, frita, a la parrilla, como “sushi” verduras y arroz.

ESPAÑA

Desde los años 70 no se comercializa, está prohibido, pero en Galicia, como contábamos en anterior post, hasta esa época se cazaban, aún, ballenas y se comercializaban aunque ya casi toda para su exportación.

Es curioso, por ejemplo, que en la España hambrienta de la posguerra se vendía carne de ballena; en Andalucía una empresa La Ballenera del Estrecho la vendía en las capitales andaluzas, transportándolas en tren.

Así en el año 1951 apareció un anuncio que decía “Una ballena cazada el domingo se pone a la venta en las carnicerías”.

Toda una novedad en una Córdoba donde la hambruna era muy corriente, y hacían pocos remilgos a todo lo que se pudiera llevar a la boca, sobre todo en las clases menos pudientes.

El cetáceo, con la denominación 603, fue capturado en aguas del estrecho junto a las costas de Marruecos, siendo arrastrada a San Fernando para su desguace, posteriormente fue trasportada en el “tren pescaero” a la ciudad.

En otros lugares de Andalucía ya se realizaba esta venta, sobre todo en Cádiz y Sevilla.

Fue una ballena más bien pequeña, sólo tenía dos años y pesaba sesenta toneladas, medía diecinueve metros de larga con dos metros de diámetro.

Los lomos, fue la única carne que se consumió, ésta era la cantidad suficiente como para que dar de comer a dos mil ochocientas familias diarias durante varios días. (fuente http://cordobapedia.wikanda.es).

NORUEGA

La ballena siempre fue parte de la dieta básica de los noruegos donde se come casi siempre frita o cocida, con patatas.

La llaman Hval o Kval —según se hable con influencias danesas o suecas— y por eso la ballena Rorcual Aliblanco —la especie más común en esta zona— suele pasar desapercibida ante quienes no conocen el idioma en los menús de los restaurantes.

Al llegar al país comer ballena es una experiencia para el turista que siempre llega cuando aterriza en Noruega, asequible y presente en los mercados callejeros y para algunos, a la mayoría les cuesta comerla por prejuicios mentales, muy comprensibles.

Es una tradición secular que es muy respetada pero que cada vez es menor por la presión de las asociaciones protectoras de animales.

«La gente joven ya no come ballena», dice la profesora noruega Helen Siverstøl. Sin embargo, confiesa que su familia come ballena frita. «La preparan con salsa de nata y cebolla, más una guarnición de patatas, zanahorias y brócoli»

En los mercados de Noruega, como el de la capital, Oslo, se puede encontrar carne de ballena fresca sólo de Mayo a Junio, donde el precio no baja de 28 euros y en un restaurante alcanza los 50/60 euros.

ISLANDIA Y GROENLANDIA

Estas dos islas países son consumidores, también, de carne de grandes cetáceos.

En la primera hay un comercio interior y exportador de ella. Aunque el consumo está estacionado y como en Noruega las nuevas generaciones se apartan de su consumo, los sobrantes de su cuota permitida internacionalmente (C.I.B.), se exportan, principalmente a Japón.

No es difícil encontrarla en bandejas en los supermercados. Algo más barata que en Noruega.

En la gran isla, Groenlandia, la segunda después de Australia, autónoma de Dinamarca, con población indígena, inuit, mayoritaria, se consume más. Aunque su dieta básica es de pescado.

Hay un plato típico basado en la ballena el Muktuk. Su principal ingrediente es la grasa y las carnes de ballenas, que se pican y en trozos pequeños y se congelan. Es muy valorada y consumida en Groenlandia y dicen que es un manjar.

JAPÓN

Pero el principal país consumidor de carne de ballena es Japón, que importa de todos los países donde aún se cazan estos grandes animales, como de la civilizada Islandia donde hay toda una industria exportadora de miles de toneladas de su carne y partes a Japón.

La carne de ballena en japonés se llama «Kujira» que significa «pez valiente».

En Japón, aún se pueden encontrar restaurantes que se dedican exclusivamente a la venta de platos elaborados con carne de ballena, muchísimo más cara que en Noruega.

Mientras que en los países nórdicos europeos hoy se consumen básicamente los lomos troceados, las carnes más magras y nobles, en Japón existe una cocina secular, muy apreciada, de casquería de la ballena. Por ejemplo el corazón es una exquisitez para los entendidos.

NUTRIENTES Y BENEFICIOS DE LA CARNE DE BALLENA

Este alimento también tiene una alta cantidad de proteínas, tiene es de 23,20 g por cada 100 g.

Dada su alta cantidad de proteínas, la carne de ballena es un alimento recomendado especialmente para el desarrollo muscular.

Los alimentos ricos en proteínas como éste, están recomendados durante la infancia, la adolescencia y el embarazo ya que en estas etapas, es necesario un mayor aporte de este nutriente.

La carne de ballena es un alimento rico en yodo ya que 100 g. de este alimento contienen 40 mg. de yodo.

La abundancia de yodo que se puede encontrar en este alimento, es beneficiosa para nuestro metabolismo, regulando nuestro nivel de energía y el correcto funcionamiento de las células. Además, el yodo de la carne de ballena, ayuda a cuidarnos por dentro, regulando nuestro colesterol.

Al ser un alimento rico en yodo, también ayuda a procesar los hidratos de carbono, fortalecer el cabello, la piel y las uñas.

TABLAS DE INFORMACIÓN NUTRICIONAL

A continuación se muestra una tabla con el resumen de los principales nutrientes de la carne de ballena así como una lista de enlaces a tablas que muestran los detalles de sus propiedades nutricionales de la carne de ballena.

En ellas se incluyen sus principales nutrientes así como como la proporción de cada uno.

  • Calorías 132 kcal.
  • Grasa           3,38 g.
  • Colesterol   0 mg.
  • Sodio         100 mg.
  • Carbohidratos   2,22 g.
  • Fibra 0 g.
  • Azúcares   2,20 g.
  • Proteínas  23,20 g.
  • Vitamina A  24 ug.
  • Vitamina C   0 mg.
  • Vitamina B12   0 ug.
  • Calcio       12,20 mg.
  • Hierro        4,22 mg.
  • Vitamina B3    4,71 mg.

Principales nutrientes

  • Calorías
  • Vitaminas
  • Minerales
  • Proteínas
  • Aminoácidos
  • Carbohidratos

La cantidad de los nutrientes que se muestran en las tablas anteriores, corresponde a 100 gramos de este alimento.

COMENTARIO FINAL

Como explicábamos al principio, sobre la ballena, creo firmemente que gracias a organismos internacionales, privados y ONGs, como Green Peace y otras, se ha concienciado al mundo para no seguir esquiando animales, tan maravillosos, como los grandes cetáceos, ballenas, rorcuales y otros.

La supervivencia y conservación de estos gigantes del mar es fundamental para el mantenimiento natural del medio ambiente marino.

Ahora bien, no hay que mirar mal ni con resentimiento a aquellos pueblos que entre sus costumbres ancestrales, atavicas, alimenticias esté esta carne, siempre que sea un consumo equilibrado, de necesidad nutricional o de hábito y respetando un equilibrio sostenible.

Sabemos que con los actuales controles se están respetando las normas y vedas internacionales y que en aquellos países que la consumen las nuevas generaciones, ésta es la primera desde la prohibición absoluta, se hacen reacias a comer carnes de estos gigantes marinos.

Se ve en ello que el tiempo está a favor y poco apoco en menos de cuarenta años, menos de la vida de una ballena, se irá agotando su consumo y con él su caza.

Pero hay que entender que los hombres necesitaron hasta hace menos de un siglo alimentarse, que la evolución y desarrollo de la especie humana, con adelantos técnicos, científicos, crecimiento vegetativo, etc… es cosa del final del siglo XX.

Y que es el propio hombre el que se conciencia del peligro de acabar con estos cetáceos y alterar el orden natural y es el mismo el que convence a sus congéneres a repara incluso a mejorar el daño hecho.

Rafael Rincón JM

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