DE JÍCARAS, CHOCOLATES, TAZAS Y OTRAS HISTORIAS

por Celso Vázquez

Cuando las tazas nacen en los árboles…

Hoy si se pregunta a cualquier español por el significado de la palabra JÍCARA seguramente la mayoría no lo sabría pero aquellos que tienen cierta cultura culinaria y gastronómica, relación con cultura tradicional de pueblo o alcanza a peinar canas recordaran que eran y son los recipientes donde se ofrecía exprofeso el chocolate a la taza, tradicionalmente en toda Europa.

Pero nada tiene que ver su nombre y origen con el arte cerámico, el protocolo de servicio, ni nada de la gastronomía, sino curiosamente, con la botánica y antropología de la América precolombina.

La RAE, Real Academia Española de la Lengua nos dice:

«jícara, jíquera

Aprende a pronunciar

nombre femenino

1. Taza pequeña, generalmente con el fondo más grueso que las paredes, que se usa para tomar chocolate.

2. AMÉRICA CENTRAL•MÉXICO

Fruto del jícaro, de aspecto similar a una calabaza pequeña, pulposo y con la corteza leñosa y dura, que se usa para confeccionar vasijas».

Les explico

Las jícaras se obtienen del pericarpio de las frutas de la «Crescencia cujete», árbol jícaro, descrito por el botánico Hernández y ya conocido desde tiempo inmemorial con el nombre de xicalquaitl. Son de forma casi esférica y se crían en las zonas tropicales de costa. Son de de diferentes tamaños y pueden emplearse una vez vaciadas y secas (ver vídeo abajo) cortadas en dos medias esferas o cómo recipiente con una boca en uno de los lados.

También otro árbol, el ‘quautecomatl’ que produce el fruto ‘tecomate’, muy parecido a la jícara, pero mucho más pequeño del que se obtenían y obtienen otros recipientes pequeños artesanos como los ‘atotoniles’, los ‘zacatecomates’, los cubiletes o cocos.

La palabra jícara viene del término ‘xicalli’ en lengua ‘náhuatl’ vado de calabaza. En otras versiones y diccionarios aparece su origen etimológico de ‘xicaltic’, calvo, pelón, cabeza desnuda, o incluso de ‘ xicara’ a su vez de ‘xic-tli’, ombligo, más ‘calli’, receptáculo. (Según León-Portilla, en 1981, págs. 31, 109 y 117). Sea como sea se la conocía popularmente como la taza o vaso donde se ingería el cacao.

Los cuencos del árbol jícaro son ornamentados con dibujos de la biodiversidad vienen pintura o el relieve, como volutas o otras figuras geométricas y son usados desde tiempo inmemorial por las colectividades indígenas prehispánicas para beber cómo recipiente de caldos y sopas y bebidas típicas como el ‘Pozol’, el ‘Tejate’ y el Chocolate.

Los recipientes por supuesto no eran siempre labrados, grabados o ni siquiera pintados, lo normal era emplearlo con el aspecto liso de la corteza de la fruta una vez seca por el pueblo llano.

Los hay de diversos tamaños y diámetro, nos cuenta en Torquemada en su primer viaje México (Lin. XIII, cap. XXXIV) que  «…eran vasos muy hermosos y lindos, que de las que llaman jícaros, hay algunas tan grandes y anchas que no las abraza un hombre; son como fuentes de plata, y en algunas tan grandes y anchas, que sirven para lo mismo”.

Las jícaras europeas

Estos recipientes, jícaras, donde los indígenas bebían el chocolate fueron traídos por los primeros navegantes con las semillas del cacao, y causaron tanta  impresión que dieron nombre a los recipientes donde se tomaban los nobles, eclesiásticos y potentados el nuevo elixir, una bebida exótica, en pequeñas tazas o recipientes al uso que también fueron denominadas jícaras.

Por supuesto que las jícaras europeas, ya de cerámica, porcelana o platería, se convirtieron en los recipientes idóneos para tomar el chocolate que se convirtió en bebida de reyes, muy habitual en la Corte de los Austrias y que las reinas españolas consortes llevaron a Francia.

Poco después al popularizarse el consumo de chocolate a la taza en Europa con el café en los primeros salones de Café, a partir de Viena y París, y tertulias de mesilla de párroco y rosario, se convirtieron en piezas indispensables de cualquier vajilla familiar en todas las casas.

Siempre de reducido tamaño al considerarse el chocolate, sea a la francesa, más claro con un poco de leche, o española más negro y espeso, una bebida exquisita, muy apreciada. Hay obras de arte en estas jícaras.

Con el tiempo y este mundo moderno monocorde y cada vez menos diverso la jícara ha desaparecido casi de nuestras alacenas como pieza de nuestra vajilla, y la palabra taza, o incluso tazón, la ha debitado y sin vías de recuperación. O si no por el término global en castellano bol por el inglés omnipresente y devorador «Bowl» o otros términos más «trendy». Mientras que en Mesoamérica si se sigue llamando y usando este término a estos recipientes vegetales artesanales.

Les recomiendo vean el vídeo de cómo las elaboran: https://www.facebook.com/110966012298406/posts/2931559240239055/?sfnsn=scwspmo

Esta nota la hago porque casualmente leí un post de mi amigo, gran chef y cocinero, excelente persona y gastrónomo Magister, Juantxo Sánchez Fernández, vasco español residente en Acapulco y me pico la curiosidad.

Cada día aprendemos algo nuevo.

Espero sus comentarios y gracias Juantxo.

Rafael Rincón JM

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