por Celso Vázquez Manzanares
‘La Cesta’ te interroga y es capaz de hablar de nosotros mismos de una manera asombrosa. Sin palabras lo dice todo de ti. Tus costumbres, tus pequeñas decisiones, tu manera de pedir. La cesta inquieta porque dentro de ella caben tantos universos y tantas decisiones que en ocasiones parece un saco sin fondo.
‘La Cesta’ es una metáfora de la vida contemporánea y es el sueño hecho realidad de Angelines González y Fernando Sáenz, que han puesto imágenes a sus inquietudes más profundas para realizar una reflexión cinematográfica sobre nuestra forma de alimentarnos, sobre nuestra manera de vivir y convivir con el hecho de comer a sabiendas de que es uno de los caminos más importantes y decisivos para relacionarnos con nuestro entorno: personas, alimentos y, por supuesto, territorios.
‘La Cesta’, que se trata de un documental, la han producido y dirigido Angelines y Fernando, pero se sustenta en las vidas y milagros cotidianos (sí, así es) de un grupo de cuatro pequeños productores de las sierras riojanas (un ganadero, una quesera, un panadero y un agricultor que elabora alubias de Cuco fino) y las reflexiones de cinco pensadores y periodistas especializados en gastronomía y sociología.
«Es un viaje inquietante. Un relato cinematográfico de media hora de duración rodado con el equipo de La Casa de la Imagen -capitaneado por Jesús Rocandio y Bernardo Sánchez- para que el resultado sea una obra coral en la que el valor de la historia se acompase con los pensamientos que articulan el documental y las vivencias de los microproductores y el valor que intrínseco de los alimentos que elaboran y las extremas dificultades que encuentran para llegar a ser conocidos y consumidos por los ciudadanos. Parece que exista una pared insoslayable entre el productor y el consumidor, un abismo infranqueable», afirman.
«Nuestras materias primas surgen de productores muy pequeños. Muchos de ellos viven en pueblecitos absolutamente alejados de las ciudades y en gran medida la decadencia del mundo rural tiene mucho que ver con las escasísimas posibilidades que se dan para asentar gente con un futuro en dichas localidades», explica Angelines González.
Por eso, una pequeña decisión de compra cotidiana, algo tan aparentemente sencillo y habitual, nos puede definir como personas y ciudadanos, y en definitiva como habitantes de un entorno en el que los desequilibrios poblacionales y sociales marcarán y marcan el rumbo de la humanidad.
«Consumir un queso de cabra de una quesería tradicional, con una cabaña que se alimenta en un prado proporciona una serie de matices de aroma y sabor absolutamente maravillosos, incomparables con nada. Si ni siquiera somos conscientes de que esos productos existen y se pueden adquirir por un poco más, resulta imposible que esos ganaderos puedan seguir en los pueblos dando sentido a todo su trabajo», reflexiona Fernando Sáenz.
¿QUÉ HACEN DOS HELADEROS RONDANDO DOCUMENTALES?
Ángelines y Fernando son heladeros. De su obrador han surgido varias de las propuestas de la cocina contemporánea más atrevidas e imaginativas, pero más allá del mero hecho de cocinar, crearon hace diez años Conversaciones Heladas, un microencuentro de personas de la gastronomía en la que aventuran el hecho de la cocina como una forma esencial de relacionarse con el entorno a través de la búsqueda de nuevas fórmulas, productos e incluso lenguajes creativos.
Con la pandemia, Conversaciones Heladas (un evento muy presencial y generador siempre de ideas y propuestas) les dejó un hueco en el corazón, y movidos y conmovidos por las historias que conocen de primera mano, pensaron en lanzarse a elaborar desde Grate (el nombre de su obrador) un relato de cine sobre uno de los problemas que reconocen cada día en su trabajo gastronómico.
«Es una pequeña locura», explican, pero «nos echamos al monte, llamamos a buenos amigos para que colaboraran con nosotros, le propusimos la idea a Eva Hita, consejera de Agricultura del Gobierno de La Rioja, y nos lanzamos. Estamos muy felices de que nos hayan seleccionado para la sección CINEMA COCINA del Festival de Cine de Málaga, tanto por lo que supone de difusión para este problema social tan acuciante, como porque se demuestra que existen muchas cosas que nos parecen imposibles, pero que se pueden convertir en realidad a base de esfuerzo e ilusión. Es, además, la prolongación coherente de nuestro trabajo en el obrador. Estamos felices», subraya.