por Celso Vázquez Manzanares
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El 26 de febrero se celebra el Día Mundial del Pistacho, una jornada dedicada a este pequeño fruto también llamado «oro verde», que en los últimos años ha experimentado un impresionante crecimiento en popularidad, al menos en Italia y en España.
Compuesto en un 50% por azúcares y grasas, este fruto seco muy antiguo (hay indicios de que se remonta al Paleolítico) y originario, junto con su planta, de la cuenca mediterránea (Persia, Turquía), es utilizado por chefs y pasteleros para crear recetas dulces pero también saladas.
Su llegada a Italia, como atestigua Plinio el Viejo en su Historia Naturalis, está atestiguada alrededor del 20-30 d.C., introducida tal como está escrita tanto en España como en Italia después de las conquistas romanas en Asia por el pretor y gobernador romano en Siria Lucio Vitelio, quien trajo la planta consigo.
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Más allá del encanto de su historia y de cómo llegó hasta nosotros, pocos saben también que el pistacho (del griego Pistàkion) tiene muchas propiedades beneficiosas y es un poderoso aliado de nuestra salud.
En la antigüedad se utilizaba para tratar mordeduras de serpientes venenosas o como afrodisíaco, mientras que hoy sabemos que contiene, como muchos otros frutos secos, nutrientes buenos para nuestro sistema inmunológico como polifenoles, zinc, cobre, hierro y vitaminas. Los chefs actuales lo utilizan en todas sus formas, en pasta, en grano, al natural o como harina.
Lo eligen para sus recetas sobre todo porque tiene un sabor versátil y persistente, su variedad más apreciada y apreciada en Italia es la Bronte, que para muchos sigue siendo siempre la primera opción.
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