por Celso Vázquez Manzanares
Leitariegos es una fantástica casa de comidas al lado de la estación de esquí homónima donde disfrutar con los pucheros, la carne cocinada despacio, los embutidos de casa y el mejor ambiente de pueblo.
Pote Asturiano (Campeón de España 2022), Fabada Asturiana, Verdinas, Callos, Lengua, Costilla, Croquetas, Embutidos, Lomo son algunos ejemplos que nos encontraremos en Leitariegos, una comida en las alturas.
Hace unos días nos desplazamos de la mano de Nacho Sandoval hasta éste maravilloso rincón astur-leones de paisajes verdes, intensos, entre valles y con buenos accesos, suplimos el largo recorrido desde Madrid con las increíbles vistas y la calma, sosiego, que transmite la zona.
Organizado por Antonio Cosmen de la Virgen Blanca de Vallecas y, Héctor y su hermano Pepe Cosmen, vivimos las III Jornadas Gastronómicas del Cocido Madrileño en el Restaurante Leitariegos.
El viaje, se hace largo pero, con una parada técnica y ésta fue en la Bodega de Palacio de Bornos en donde pudimos reconfortar nuestro camino además de café y algunas viandas, catamos la extensa calidad de vinos tintos y blancos tanto de Rueda, Toro, Navarra y, curioso y sorprendente el espumoso, se hizo el viaje más liviano.
Y llegamos a la aldea de Leitariegos, entrada, parada y refugio del puerto franqueado por el Cueto de Arbas y las Peñas del Miro, dentro del Parque Natural y Reserva de la Biosfera de las Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias. Además ahora con su Estación de Esquí y Montaña, y por su puesto con el Restaurante en donde nos esperaban Héctor y su hermano Pepe.
Allí en el Restaurante nos concentramos además de los compañeros que nos desplazamos desde Madrid, otros desde Asturias, cocineros como Juan Pozuelo o Rebeca Hernández, algún bodeguero, etc…
Héctor se formó con su tío Antonio Cosmen en Madrid, en la Cruz Blanca de Vallecas. Nos recibieron con un su famoso Pote Asturiano, un plato que merece las mayúsculas porque concentra la supervivencia de esta tierra. Patatas, berzas, un caldo de lujo con carne ahumada o salada y unas alubias negras, muy bueno, entonación del cuerpo y preparados para el resto.
El Cocido Madrileño, que decir, lo de siempre excelente, una magnífica sopa que bastantes comensales repetimos. El compango sublime, todo artesano de Leitariegos, producto, producto, con chorizo y morcilla asturiana, que nos sorprendió gratamente. El fideo, cabello de ángel, además también preparan el Cocido para celíacos con sus fideos sin gluten.
Y que decir del vino, algo sorprendente ya que muchos no conocíamos la D.O. Cangas, bodegas asturianas pequeñitas, artesanas, podríamos decir que incluso familiares.
Cuenta con pocas pero muy interesantes bodegas de la zona. La tradición vitivinícola asturiana se remonta a más de mil años atrás y cuyo origen se vincula al Monasterio de Corias.
Los vinos que nos acompañaron fueron de la Bodega MP Martínez Parrondo, un blanco elaborado con Albarín Blanco, y un tinto elaborado con Carrasquín y Albarín Negro.
El blanco de color amarillo brillante con reflejos verdosos. Aroma a fruta fresca, con notas vegetales y herbáceas. Fresco, ácido, afrutado con notable cuerpo y con un paso en boca persistente. Equilibrado.
El tinto en Nariz muy frutal con toques herbales, recuerdos a frutos rojos y un toque ahumado. En boca es muy intenso, carnoso y tánico.
La bodega y viñedo familiar de Martínez Parrondo se sitúa en el paraje de Las Barzaniellas, en el suroccidente asturiano. En este tierra se elaboran vinos catalogados de viticultura heroica, la vendimia se hace mano, sobre laderas de pronunciadas pendientes. El resultado es un vino afrutado, fresco, mineral y elegante.
Las variedades autóctonas con las que trabajan son el albarín blanco, albarín negro, carrasquín y verdejo negro, que hacen junto al clima y el suelo un perfil exclusivo y de muy alta calidad del vino de ésta bodega.
El postre, casero, elaborado en el Restaurante y que no llegó a ser el broche final de la jornada ya que nos tenían preparada una sorpresa, una última visita a una antigua fonda llamada La Chabola, de 1898.
La apariencia por fuera es la de los bares de antaño, con el cartel característico de lo que fue uno de los mejores refrescos de la época y donde, la aparente humildad de la casona no debe disuadirnos a entrar.
Tras pasar el umbral, la bienvenida nos la da una curiosa colección de orujos y licores de sabores que van más allá de lo que podemos imaginar. A los habituales de mora, café, naranja o frambuesa, podemos encontrar mezclas que ni a un alquimista se le ocurrirían. Desconozco si todos se encuentran en buenas condiciones pero, al menos, la apariencia de la pared se hace vistosa.
En mi caso probé de hierba buena, otro de hinojo y el tercero ya no recuerdo…
La nostalgia de los bares de ayer se respira en el aire, la chimenea encendida, es un auténtico museo vivo, visitamos la cocina en donde parece que el tiempo se ha detenido.
Volvimos al autobús despidiéndonos de esa buena gente, de su buen hacer en la cocina y con las personas, después de una buena jornada de amigos entorno a la buena mesa, esperando regresar en la próxima edición de estas Jornadas Gastronómicas del Cocido Madrileño.
Se me olvidaba, agradeciendo también a la empresa ALSA, cuyo fundador oriundo de Leitariegos, fue el encargado de nuestros desplazamientos.
Antonio, Héctor, Nacho, apuntadme a las IV Jornadas….