Sabemos cada vez más de vino… pero…
¿Sabemos qué son el de Commandaria o el de Falerno?
Yo no. El vino un poco posterior a la cerveza debe de rondar los 6.500-7.000 años de antigüedad se sabe que empezó a elaborarse bien adentrados en el neolítico aunque la primera evidencia fehaciente de la producción y consumo de vino es una vasija del año 5400 a. C., hallada en el poblado neolítico de Hajii Firuz Tepe, en los montes Zagros (Irán).
Los egipcios del 2000 a. C., hora hace 4.000 años, célebre en Bahariya durante el Imperio Medio (siglo XX a. C.) ya lo bebían y hace 2.800 años pues es citado en «Los trabajos y los días», de Hesíodo, del siglo VIII a. C.
Los vinos de Creta entre otros del Mare Nostrum clásico fueron de los más afamados y el Conmanadria es el más mencionado. Fueron primero los propios comerciantes griegos, en sus rutas por el Mediterráneo, después los romanos y a partir de entonces la cristiandad los que lo expandieron por todo el mundo conocido entonces (de Gades a Irán).
El commandaria, también llamado commanderia o coumadarka (en griego: κουμανδαρία) es un vino de postre dulce de color ambarino procedente de la región homónima de Chipre en las estribaciones de las montañas Troödos. Está hecho con uvas secadas al sol de las variedades xynisteri y mavro.
Este vino tiene una larga y muy rica historia que se remonta al menos al salir glo IX a.C., al tiempo de los antiguos griegos, antes de Atenas y Esparta, entre los que era una bebida popular en festivales. La primera referencia al vino de uva seca de Chipre data de 800 a. C. por el poeta griego Hesíodo y hay referencias posteriores al maná chipriota.
De los de Falerno (en latín Falernum) sabemos que eran los más reconocidos por los romanos, ya refinados y cultivados a la enología desde septiembre su conquista de Grecia, finalmente da en el 146 a.C., convirtiéndose, los patricios, hasta entonces bastantes frugales, en grandes sibaritas y redomados bebedores de vinos, a partir sobre todo del siglo Il a.C. con la descomposición de la República. Sobre ello leemos que era producido con uva Aglianico (y posiblemente también la Greco) en las laderas del monte Falerno (hoy conocido como Monte Massico), en la región italiana de Campania al norte de Nápoles, donde se convirtió en el vino más renombrado producido en la Antigua Roma, considerado un primer cru o vino de culto en su época, mencionado a menudo en la literatura romana, pero luego desapareció. Los romanos reconocían entonces tres viñedos (o denominaciones): el caucino, de los viñedos de las lomas más altas del monte Falerno; el faustiano, de las tierras de las laderas centrales, propiedad de Fausto Cornelio Sila, hijo del dictador romano Sila; y el de las laderas inferiores, que se llamaba simplemente falerno. La región está ocupada actualmente por los viñedos de Rocca di Mondragone y Monte Massico.
Poco más sabía yo de ellos, por eso he querido compartir con ustedes este excelente artículo del experto comentarista Javier Sanz en el blog de Dinastía Vivanco.
RRJM
«LOS MEJORES VINOS DE LA ANTIGÜEDAD»
Como bien reza el dicho en latín
“De gustibus non est disputandum” (“sobre gustos no se disputa” o su equivalente “sobre gustos no hay nada escrito”), es difícil y arriesgado lo de calificar un producto como el mejor, y más cuando el producto del que estamos hablando es el vino… de la Antigüedad.
Así que, a falta de guías de referencia como Peñín o Parker y sirviéndonos de los textos clásicos, me atrevería a calificar como tales el Commandaria y el Falerno.
Estaréis conmigo en que el Commandaria, un vino que se elaboró por primera vez hace 5.000 años y que hoy en día se sigue produciendo, algo tiene que tener y que debe incluirse en este artículo -según el Libro Guinness de los Récords es el vino más antiguo del mundo-. Comandaria es un vino dulce para postres de un tono ámbar oscuro que se elabora con uvas procedentes de las estribaciones de los montes Troodos en Chipre.
Tras la vendimia, las uvas se dejan al sol durante diez días para aumentar la densidad de sus azúcares, y a medida que envejece en barricas de roble -se ha abandonado la costumbre de hacerlo en tinajas de barro- se intensifica su viscosidad y dulzura.
Lógicamente, un vino con esta antigüedad ha sido espectador y protagonista de muchas historias.
En 1191, con motivo de la boda celebrada en la capilla de San Jorge de Limasol (Chipre) entre Ricardo Corazón de León y Berenguela de Navarra, se sirvió Commandaria y las palabras del rey de Inglaterra no dejaban lugar a dudas…
“Es el vino de los reyes y el rey de los vinos”
Desde finales del siglo XV, la isla de Chipre estuvo bajo el dominio de la República de Venecia convirtiéndose en uno de los centros comerciales más importantes del Mediterráneo.
Casi un siglo más tarde, se hacía con el poder en el Imperio Otomano el sultán Selim II, 1566 hasta 1574, que siempre mostró más preocupación por la poesía, el buen comer y, sobre todo, el buen beber, que por las artes de la política.
Su adicción al Commandaria llegó a tal punto que, según cuenta la leyenda, para asegurase su suministro decidió invadir Chipre en 1570.
La reacción de la comunidad cristiana no se hizo esperar: se creó la Liga Santa y se enfrentaron al Imperio Otomano en Lepanto.
A pesar de la victoria de la Liga, encabezada por don Juan de Austria, Chipre permaneció bajo el domino otomano durante tres siglos. Aunque el hecho de pensar que pudo invadir Chipre por el vino pueda parecer una frivolidad, la realidad es que Selim II ha pasado a la posteridad con el sobrenombre de “el Borracho” y, además, murió tal como vivió: debido a una enorme borrachera se cayó y falleció al golpearse la cabeza. Así que, tampoco sería nada extraño.
¿Y qué decir del Falerno? Debido a la escasez de su producción y a que gustaba de consumirse tras varios años envejeciendo, el Falerno era el vino más caro y que sólo la élite podía permitirse…
«Por un as puedes beber vino,
por dos puedes beber el mejor,
y por cuatro puedes beber Falerno».
(graffiti encontrado en Pompeya)
Procedente de las vides cultivadas en una pequeña franja de terreno alrededor del monte Falerno, también llamado Masico, en la región de Campania al sur de la ciudad de Nápoles, era también un blanco dulce con alto contenido alcohólico que se dejaba envejecer durante decenas de años en ánforas de barro.
Ningún otro vino tiene un rango más alto en la actualidad. […] Se distinguen tres variedades: Falerno Caucino que crece en la parte superior de la colina, Falerno Faustiana a medio camino, y Falerno en la parte inferior. (Plinio el Viejo en Historia Natural)
«¿Por qué te retrasas, muchacho, en escanciar el inmortal Falerno?»
(Marcial en Epigramas)
Hay clases de vino, entre ellos el de Falerno, tales que cuantos más años se tuvieren guardados, tanto más beneficio producen cuando se sacan.
«¿Qué hay de necesario para nuestras necesidades que en Italia no sólo no nazca sino que incluso no se haga excelente? ¿Qué harina compararé con la de Campania? ¿Qué trigo con el de Apulia? ¿Qué vino con el de Falerno? ¿Qué miel con la de Talento? ¿Qué aceite con el de Venafro?»
(Varrón en Rerum Rusticarum)
Incluso tenemos datos de la considerada mejor cosecha de la historia, el Falerno opimiano, llamado así por el cónsul de Roma Opimio, del 121 a.C.
Se dice que Julio César para celebrar su triunfo en Hispania dio un banquete en el que se sirvió Falerno de esta cosecha -ya tenía 60 años-, e incluso que Calígula gustaba de regar sus orgías con este vino… de 160 años (¿?).
En agosto del 79, con la erupción del Vesubio, se perdieron la mayor parte de las vides. Aunque se intentaron replantar, la producción desde aquel momento fue muy escasa, convirtiéndose casi en objeto de culto o de coleccionista.
Mediante el Edicto de Diocleciano en 301, se fijó un precio de 30 denarios por un sextarius (medio libro) de Falerno, cuando el resto de vinos estaba entre los 8 y los 16.
Y para rematar con las excelencias de este vino, habría que citar a Galeno, médico personal de emperadores y cuyos preceptos marcaron tendencia durante siglos. El producto estrella de este médico era la triaca de Galeno, un preparado compuesto por decenas de ingredientes, que se utilizaba como antídoto para venenos y como medicamento para curar numerosas enfermedades. Además, aconsejaba acompañar su remedio milagroso con vino, por considerarlo también como un remedio medicinal. Así que, siendo médico del emperador Marco Aurelio, decidió emprender la búsqueda del mejor vino del mundo…
Puesto que todo lo que es mejor de todos los confines del mundo se abre camino, dentro de la excelencia debe escogerse lo óptimo para los más grandes de entre ellos. Así pues, en cumplimiento de mi deber, descifré las indicaciones de cosecha de las ánforas de todos los vinos Falernos y sometí a mi paladar todo aquel que tuviera más de 20 años. Seguí hasta que encontré un vino sin atisbos de amargor. Un vino antiguo que no había perdido su dulzura es el mejor de todos.
No sabemos la cosecha de aquel vino, pero era… Falerno».
por Javier Sanz