De manos de nuestro amigo, Carlos Guardado Avilés, gastrónomo asturiano de cuerpo y alma, nos llega esta crónica de un sencillo pero muy recomendable restaurante en el mismo puerto de Burela, capital de la Mariña lucense, esa costa gallega que tantas maravillas y alegrías nos da.
Cocina de sitio, de exuberante producto marino y de excelsa calidad, acompañado de carne de la zona y verduras locales, elaboradas en esa filosofía culinaria de pasión, sencillez y amor en cada plato. Con buen aceite, limpio de olor y aspecto. Toda esa labor de siempre por hacer felices a sus comensales, en comidas, familiares o amicales, como lo es ésta.
Que dejan huella indeleble en nuestra memoria sensitiva y palatial. Por el gran rato y compañía vividos y el disfrute de manjares honestos y deliciosos que nos ayudan a recordar lo vivido con lo comido.
Les dejo con la apetitosa crónica y espero disfruten como yo he hecho.
RRJM
«A’MARES»
NO SOLO LO MEJOR DEL MAR
EN LA MARINERA BURELA
La segunda gran experiencia gastronómica en Galicia la vivimos ayer en el Restaurante A’Mares, de Burela, en la Mariña Lucense.
Bien recomendados por ese pozo de sabiduría gastronómica popular que es, Carlos Guardado, ayer tuvimos el privilegio de conocer este restaurante, que acaba de cumplir dos años, pero que cuenta con la valiosísima experiencia de su responsable, Alfonso Sante, que ha trabajado durante décadas en dos referencias de San Ciprián, como son O Castelo y O Torno.
En su nuevo destino, en pleno puerto de Burela, Alfonso, lo da todo, volcándose, al cien por cien, en la calidad del género, en la cocina y en la atención al cliente. Nos acogió con los brazos abiertos y nos asignó una maravillosa mesa redonda con vistas al puerto
Nos ofreció, como gentileza de la casa un Paté de Mejillón, casero, que, en su sabrosísima simplicidad, fue un perfecto adelanto de lo que nos íbamos a encontrar, una cocina marinera elaborada con género de primera, primando el sabor y la frescura antes que los fuegos de artificio.
Arrancamos con unos Berberechos a la Sartén, impecables.
Seguidos de unos Calamares de Potera de una textura asombrosa, de esos que se resisten al diente y llenan la boca de sabor a mar y de los que uno podría comerse un pozal.
Terminamos los entrantes con un suculento, Tataki de Bonito del Norte, que constituyó el único toque “snob”, se podría definir de la comida, pero es que hay que admitir que esta preparación, japonesa, es una de las mejores maneras para disfrutar del sabor y la textura de este túnido, que ahora está en su mejor momento y que en A’Mares, bordan, acompañado de, una sencilla pero acertadísima, guarnición de rúcula que va como anillo al dedo al dulzor de la carne.
Pasamos a los segundos con dos de las especialidades de la casa.
El Bacalao Braseado con Ali-Oli de Ajo Negro y el Pez Espada a la Parrilla Marinado con Jengibre.
Sabrosísimo el primero, si bien hubiera admitido un poco más de salsa, con la carne en un punto ideal y la piel crujiente y bien tostada.
Sorprendente el segundo, con una textura espectacular, diferente, que recuerda a una carne blanca pero nos llena la boca de un sabor salino y marino en el que resulta innegable, insisto, esa frescura de la proximidad a la lonja, que nos va a costar encontrar en otros lugares, enriquecida por el, sutil pero evidente, toque perfumado del jengibre. Un plato de apariencia sencilla pero muy bien cavilado, que no deberían dejar de probar los amantes de la cocina con brío y fundamento.
Como somos vascos y a pesar de que habíamos insistido a nuestro anfitrión en que queríamos una comida ligerita, nos pudo la sangre, y cometimos la descortesía de pedir un plato más a Alfonso antes de los cafés, a lo que, el abnegado hostelero, respondió con la mejor de sus sonrisas, a pesar de que seguramente en su interior él y, sobre todo su equipo de cocina, (que a esas horas ya se vería con un pie en la calle) se acordaría de nuestra procedencia y nuestros difuntos.
Bromas aparte, lejos de sacarnos cualquier cosa para salir del paso, Alfonso, nos sirvió una generosa ración de una de las especialidades cárnicas del local, que también las hay: los Tacos de Croca, un jugoso corte, de ternera gallega, de la parte de la cadera que destaca por su sabor, su ternura y su jugosidad. Un fin de fiesta imbatible complementado con un sabroso Bizcocho de Chocolate y una curiosa Tarta de Orujo, acompañada, cómo no, de su chupito de El Afilador.
En el apartado de vinos, Alfonso, tiene el detalle de interrogar a la mesa por sus gustos y preferencias, de manera que acertó de pleno tanto dn el blanco, Pazo do Mar, un Ribeiro D.O. seco y ácido, que acompañó a la perfección a los entrantes, como con el tinto, Don Ventura Mencía 2021, de Bodegas Losada Fernández, de D.O. Ribeira Sacra, que nos encandiló por su juventud, su potencia y su frutosidad. No tuve ocasión de ver la carta de vinos, pero la adivino variada, original y muy local.
En conjunto, una agradabilísima experiencia culinaria y un trato de primera que comprobé, además que se ofrecía a todas las mesas, no solo a nosotros, por ir recomendados, algo que muestra la gran valía de Alfonso, un profesional al que se ve disfrutar con su trabajo.
Y tan satisfactorio como la comida, el ticket, que no llegó a veinte euros por persona y que, me cuentan, raramente supera los treinta.
Una muestra más de la honradez de esta propuesta gastronómica.
Espero volver en un futuro a A’Mares, a ser posible acompañado de mi apreciado, Carlos Guardado, a probar su afamado arroz con bogavante y alguna que otra cosilla que nos recomiende Alfonso.
De momento, mi primera incursión no pudo ser más satisfactoria.
¡¡Gracias, Alfonso y equipo!!