UN MARAVILLOSO VIAJE ENOGASTRONÓMICO

por Celso Vázquez

«Marqués de Riscal, Vino y Gastronomía»

Verónica Fernández de Córdoba Aznar, Rafael Rincón y Celso Vázquez en el Wine Bar de Marqués de Riscal

Si maravilloso y muy enriquecedor, viaje, acaso breve, apenas de 24 horas, pero ya se sabe

«lo bueno si breve, dos veces nuevo'».

Todo proviene de una invitación, a primeros de setiembre,  de la emprendedora, encantadora e inteligente dama del vino, entre otras facetas, que es, Verónica Fernández de Córdoba Aznar, socia de Marqués de Riscal, para visitar y conocer sus  bodegas y hotel en Elciego, Rioja Alavesa.

Coordinamos la visita para el pasado día 25 de octubre. Y a las 7:00, madrugón, para acudir a tan apetecible e interesante aventura. Salimos camino norte hasta la Rioja.

Como íbamos bien de tiempo, antes de acudir a Elciego, nos dimos una vuelta por Fuenmayor para bajar por el puente a  Lapuebla de Labarca, y de allí por la pequeña carretera, entre lomas repletas de pagos de viñedos, entre el río Ebro y a la sombra cercana de la Sierra de Cantabria porque esta zona me ha parecido, siempre, un pequeño edén enológico de singular belleza, en estos días repleto de colores otoñales.

Entrada al Hotel Marqués de Riscal

En los altozanos de la carretera, se pueden ver varios pueblos de renombre vitivinícola riojano, como Laguardia, Villabuena, Samaniego, Baños de Ebro y al otro lado del río, en la Rioja Alta, Cenicero. En apenas 5’5 kilómetros uno se integra y disfruta, ya, del corazón de la Rioja.

Llegamos a Elciego y allí a la pequeña ‘aldea’ de edificios que forman las formidables instalaciones del Marqués de Riscal, casetas de seguridad, puentes, estupenda tienda enoturística y de gastronomía regional, almacenes, bodegas, oficinas …y como colofón, coronándolo todo, el originalísimo, increíble y majestuoso edificio del Hotel Marqués de Riscal, una obra de arte arquitectónico del maestro, premio Pritzker, Frank Gehry, el arquitecto del célebre Museo Gugemhein, en Bilbao, o de la parisina Fundación Louis Vuitton y el Wal Disney Concert Hall en Los Ángeles.

Terraza de la biblioteca del Hotel Marqués de Riscal

Marqués de Riscal, es bastante más que una bodega y será sobre este tema en donde centraremos esta crónica, ya que el tema enológico, bodegas y catas de vino merece otro, y quizá más lógico, artículo que publicaremos en días.

Hoy vamos con el hotel y su gastronomía. Que no es manca. Cuentan con un restaurante con estrella Michelín, lo cual ya indica la total  preocupación y dedicación de la bodega por ofrecer una hostelería de máxima calidad. Empero no es sólo esa estrella Michelín, es el todo el compendio hostelero.

Cuentan con tres locales gastronómicos, el gourmet y estrellado, un restaurante tradicional  y una Vinoteca (Wine Bar). Nosotros comimos dos veces en el último, cenamos en el tradicional y desayunamos en el gastronómico. Aparte picamos después de la cata de vinos en la tienda enogastronómica.

Pasarela de acceso a zona de habitaciones, Spa y Gim

Pero permítanme, que antes de comentarles la gastronomía, hablemos del hotel. Hay que decir que nos hizo un magnífico tiempo, soleado y 26° c.

El hotel, es una auténtica maravilla. No tiene ni una línea recta, eso sí. Una extraña sensación de estar, agradable y confortable, en un entorno en movimiento. Paredes techos curvos, ondulados, suelos en varias alturas y tonos, dan la sensación de no estar encerrado sino en movimiento. Techos altísimos, muchísima luz, ventanales y galerías por supuesto inclinados y en eses. Decoración moderna, minimalista, pero chocante, materias primas nobles, metales, maderas, cristales y cerámicas en caótico desorden pero en total armonía. Cuenta con un magnífico, relajante y completo ‘Spa’ muy utilizado por la clientela.

Otra cosa es el confort y la elegancia. Lo primero se nota y disfruta, se palpa, todo pensado para agradar al huésped y hacerle recordar está vivencia con favorable y evocador recuerdo. La elegancia se percibe en todo, mobiliario, decoración y ambiente.

Solo conocer todo esto merece la pena la visita.

Mucho turista internacional, intercontinental, parejas y grupos, educados, callados, con cara de relajo y felices de aspecto.

Habitaciones enormes, cuartos de baño con cabinas de ducha y de WC, bañera con yacuzzi, y todos los accesorios, albornoz, pantuflas baño, teléfonos, lencería y utensilios de lavabo. Cama super acomodaticia, alta, grande, ‘super king’, con ventana grande al campo, repleto de viñedos, buen armario,  mesa de escritorio, enganches tecnológicos, gran televisión, minibar, cafetera express, y sillones, sofás y mesitas para charlas, etc. En resumen una auténtica maravilla desde múltiples factores.

Lo que comimos.

Wine Bar

Llegamos a las 13:00 para poder estar un rato con Verónica, pues en cuanto acabase la junta directiva, tenía que salir para Madrid. Y con hambre, después del madrugón y cuatro horas de viaje. La esperamos en la Vinoteca, un bellísimo espacio, localizado al lado de la recepción, en alto, con mucha luz, botelleros enormes y altísimos, una pequeña barra y una terraza, con mesas para picotear, comer y degustación de vinos por copas, casi todos los de la bodega, con vistas preciosas sobre la bodega y viñedos. El servicio está abierto desde las 11:00 a las 23:00 de forma ininterrumpida (a veces más tiempo con grupos).

Nos atendieron enseguida y queríamos almorzar, después de una cerveza, ‘para regar la plaza’, tomamos una estupenda tortilla española de patata, de textura poco cuajada y buena patata alavesa, y unas croquetas de jamón, deliciosas, muy cremosas, sabrosas, finas y muy bien fritas, al estilo receta,  de Marisa Sánchez, madre del biestrellado chef, Francis Paniego, del hotel Echaurren, en Ezcaray, La Rioja, y una muy bien presentada y completa (no había azul) tabla de quesos donde había, Idiazabal, Cameros, Garrocha, Burgos, con uvas tintas y blancas, carne de membrillo y nueces. Lo acompañamos de tres vinos de la Casa, el, ya clásico, sauvignon blanc, D.O.Rueda, un sorprendente, y desconocido para nosotros, txakoli, D. O. Getariako Txakolina, y un espléndido y atípico rosado de tinta (tempranillo) de Toro, Viñas Viejas, V.T. Castilla y León.

Y como se retrasaba, Verónica, a las 15:30, ya nos decidimos a  terminar de comer. Justo antes de llegar la comida, por fin, llegó, 15:55, muerta de hambre y con prisa, pedimos para ella paletilla de jamón ibérico, y charlamos apenas veinte minutos ya que partía a Madrid donde tenía que estar a las 19:30.

La comida consistió en una soberbia sopa de pescado, al estilo más tradicional  (también del Echaurren) con unas frescas y ricas almejas; una ensalada variada de escarolas, con queso, granada y salsa de anchoas; una sabrosa hamburguesa de vaca vieja, muy bien preparada con bacon, rúcula, queso camero y cebolla confitada, en un muy buen pan y unas patatas fritas de libro; unos escalopes rebozados de merluza sobre un lecho de salsa de pimientos, rico y tradicional plato, bien cocinada la merluza, en su punto, quizá la salsa, muy buena, pero demasiado intensa se ‘comía’ algo la merluza. Como postre un, rico y clásico, flan de huevo, bien cuajada, de textura palpitante y fina,  y una clásica tarta de queso, que a Celso le gustó bastante.  Aquí ya tomamos un tinto de tempranillo y graciano, XR, Rioja D.O.P., con un buen café.

Después salimos a la terraza exterior donde nos sentamos a fumarnos un buen veguero con un escocés con soda y una copa de XR,  con el fondo de una increíble vista sobre el monumental y precioso pueblo de Elciego coronado por su majestuosa iglesia de San Andrés, con el fondo de Sierra Cantabria. Hasta las 19:30 en divertida y relajada tertulia. Y, por fin, subimos a las habitaciones.

A las 21:10, después de un breve descanso, mirar y contestar redes, y las típicas casa abluciones, acudimos al restaurante ‘Tradición’, en la segunda planta, justo al lado del estrellado gastronómico. Un salón amplio en línea al hotel con una magnífica terraza, que estaba casi llena. Preferimos cenar dentro, más tranquilos. Nos sentamos en una mesa estratégica, en el paso de cocina y el control. Fuimos estupendamente atendidos por el maestre sala, Diego Hernández, joven mexicano con años de residencia y formación en España.

Tienen un menú bastante completo (65 € sin bebida) y carta. Corta pero muy representativa de la gastronomía regional. Optamos por lo segundo y pedimos platos completos, a compartir de uno en uno.  Elegimos para beber dos copas de amontillado seco de Jerez, ‘El Tresillo’, de Emilio Hidalgo. Y una botella del XR del Marqués de Riscal.

Antes de nada unas estupendas aceitunas machacadas aliñadas y a probar un aove, Finca Malzapato, de Haro, de la variedad regional Royuela. De un amarillo dorado y un fino sabor.

Como aperitivo un vaso de espuma de queso Idiazabal, calabaza, crumble y esfericación de vino tinto. Interesante y original.

Carpaccio de gambas rojas

El primero fue un Carpaccio de gambas rojas sobre tartar de tomate, también, con esferificaciones de vino tinto (caviar), rúcula y brotes de cebolla servido con ajo blanco Fantástico plato como concepto y ejecución. Muy rico, fresco, delicadamente pastoso pero elegante, de largo sabor yodado y marino, con los toques ácidos frescos del tomate, picantes y vegetales de los brotes, todo conjuntado en una sorprendente y agradable armonía con el fino, elegante y refrescante ajo blanco. Una sensacional opción. Nos encantó.

Pimientos de cristal caramelizados y un huevo de granja local

De segundo, unos delicados y deliciosos pimientos de cristal caramelizados y un huevo de granja local, a baja temperatura, de enorme tamaño y gran y densa yema. La verdad, una alianza perfecta del pimiento fino y suave sabor vegetal, con el contraste del dulzor y del humo del asado, con la exhuberante cremosidad untuosa del huevo. Nos gustó muchísimo.

Pedimos unos calamares en su tinta con arroz, pero hubo un pequeño accidente y cambiamos a unas manitas laqueadas con verduritas y puré de apionabo. Una presentación muy cromática, de estética muy actual. La manita, deshuesada, perfecta, blanda, suculenta y untuosa, cartilaginosa, limpio sabor, dentro de una salsa de reducción muy intensa, elegante y de excelente sabor. El puré suaviza en parte. Un gran plato.

Para último dejamos unas carrilleras de ternera glaseadas con puré de manzana  que estaban igualmente  cocinadas con total ortodoxía, a baja temperatura, larga cocción, consiguiendo una carne fibrosa, tierna, sonrosada y jugosa, con una salsa de reducción muy parecida a la de las manitas.

Helado de Idiazabal

El puré aporta una suave acidez muy agradable. Nos gustaron pero no pudimos acabarlas…

De postre un refrescante sorbete de frutas rojas y un helado de Idiazabal. Yo tomé un café solo (el café es excelente). Y a las 11:30 a la cama.

En la carta de vinos, además de todos los vinos del grupo de Marqués de Riscal, figuran otras grandes etiquetas de muchas, 29, bodegas Riojanas (unas de renombre como Conde de los Andes, Marqués de Murrieta, Tondonia, Cvne, Contino, Rioja Alta, Muga, Lan, Remirez de Ganuza, Roda, Sierra Cantabria, Vivanco, etc… y otras no tan conocidas, locales o de cercanía, como Puente del Ea, Zugober, Covila, Manzanos, Leizaola, Baigorri, etc…). Y el gran tesoro de grandes reservas de Riscal, antiguas cosechas de 1945, 1947, 1948, 1956, 1958, 1964, 1994 y 1995, la botella entre los 450 y 5.200 euros.

El segundo día comenzó a las 9:00, acudiendo a desayunar al…

SEGUIRA MAÑANA.

El Trotamanteles

Celso y Rafael

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